sábado, 31 de octubre de 2009

LAS COSAS NUNCA VISTAS

Hace muchos años, Heber C. Kimball, uno de los grandes apóstoles pioneros, dijo: " Para hacer frente a las dificultades que sobrevendrán , os será necesario tener un conocimiento personal de la veracidad de la obra.... De lo contrario, no podrás permanecer. Vendrá el tiempo cuando no habrá hombre o mujer que pueda sobrevivir con luz prestada. Cada quien tendrá que guiarse con la luz que posea dentro de si mismo". (En Orson F. Whitney, Life of Heber C. Kimball. Salt Lake Utah City: Ookcraft, 1945, pag.450.)

En los últimos años de mi adolescencia, el empezar mi carrera científica en la Universidad de Utah, sentí la necesidad de evaluar mi testimonio del evangelio. No quería creer en él simplemente porque mis padres decían que era verdadero, sino que quería obtener una convicción propia. Necesita contar con mi propia luz, por eso emprendí la búsqueda; no para desafiarlo, sino para descubrir su veracidad por mí mismo.

Al cursar mi carrera en la universidad, escuchaba a algunas personas decir que la ciencia y la religión no eran compatibles, que no había forma de que una persona que estuviera bien preparada académicamente pudiera poseer al mismo tiempo un testimonio del evangelio. Sin embargo, yo descubrí que eso no era cierto. Como joven adolescente, deseoso de obtener un testimonio propio, y como aspirante al título científico, me llené de inmensa satisfacción al descubrir que la ciencia y la religión concordaban de una manera muy sencilla. Me gustaría compartir varios de los puntos en las cuales ambas coinciden.

La verdad religiosa y el "método científico"
Algunos señalan que la ciencia trata únicamente con cantidades tangibles y observables; podemos medirlas en balanzas, leerlas en amperímetros, o contarlas electrónicamente. Los críticos aducen que la religión es menos confiable porque trata con la fe y la revelación, los cuales no se pueden palpar ni medir. Realmente, esta distinción no es exacta.


Por ejemplo, yo escribí mi tesis en la Universidad de California en Berkeley sobre la interacción entre los piones y los y nucleones. Sin embargo, yo nunca vi no toqué un pión (mesón pi) o un nuceón, pero aun así escribí un artículo científico sobre ellos.

Se habla de la inductancia o de las lineas de fuerza magnética, o de la capacitancia. Ahora bien, ¿hay alguien que haya visto o sentido estos fenómenos? Por supuesto que no; lo único que podemos hacer es medir sus efectos. De manera que los científicos también tratan algunas veces con lo intangible, y lo hacen sin ninguna reserva de tipo intelectual.

El método científico para descubrir la verdad consiste en olvidarse de prejuicios personales y proceder a la toma de decisiones en base a los datos que se encuentran disponibles. Este mismo método se aplica al aprendizaje del evangelio. El Señor nos da varios ejemplos del uso de este método. En lo que concierne a los diezmos, dijo: "Traed todos los diezmos al alfolí... y probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:10). Eso es un experimento precisamente. Muchos han testificado que lo han puesto a prueba y que sí surte efecto.

Alma nos habla también de "poner a prueba" sus palabras (Alma 32:27) Luego procede a comparar la palabra con una semilla que, si la regamos, la cuidamos y la nutrimos con fe, nos permitirá saber si el mensaje es verdadero o no.

El Salvador nos dio otro ejemplo: Si queremos saber, dijo él, si su doctrina es verdadera y si vienen del Padre, debemos "hacer su voluntad"; y al que la haga El promete que "conocerá si la doctrina es Dios o si (El habla) por (su) propia cuenta" (Juán 7:17). Este procedimiento es semejante al método científico, o sea juzgar en base a la información que se tiene.

La ciencia y la fe Algunos afirman que la ciencia no tiene nada que ver con la fe, lo cual es falso, en el siglo XVII, el astrónomo italiano Galileo construyó telescopios que le permitieron ver mas allá de lo que hasta entonces el hombre había visto en los cielos. Observó que la luna no era una esfera lisa que brillara por su propia luz, sino que en su superficie había montañas y valles, y que su luz era el producto del reflejo del sol. Galileo estaba de acuerdo con Copérnico en que la tierra giraba alrededor del sol; y no era como decían otros, que la tierra era el centro del universo y que todo giraba alrededor de ella.

Debido a que estas observaciones no concordaban con las enseñanzas de Aristóteles y de la Iglesia Católica, Galileo fue sometido a un largo juicio y castigo por sus creencias. Más nunca perdió la fe en su descubrimiento; esa seguridad que tenía de que estaba en lo correcto se asemeja mucho a lo que nosotros llamamos fe.

LAS PIEZAS DE UN ROMPECABEZAS Por supuesto que no existe una armonía perfecta entre la ciencia y la religión. Hay algunas discrepancias en lo que concierne a la evolución, por ejemplo. El Génesis , el libro de Moisés y el de Abraham enseñan que el mundo fue creado por Dios que El tenía un propósito específico para hacerlo y que el hombre ocupa un lugar muy importante en este. Sin embargo, estas Escrituras no constituyen un manual en el que se expliquen como creó Dios los mundos; simplemente declaran que El en efecto los hizo. La ciencia especula con teorías sobre el "como"; mas no hay necesidad de que exista ningún conflicto, si recordamos qué es lo que el Señor nos ha declarado y qué es no que aún no.

Yo confío que en el debido tiempo el Señor hará cumplir todas las profecías y predicciones que ha hecho y que estas cosas acontecerán exactamente en la forma en que El lo ha dicho. De hecho, si hemos estado atentos, ya hemos visto el cumplimiento de muchas de estas profecías de nuestros días.

Durante los años de mi infancia, mi familia solía armar un inmenso rompecabezas cada año durante la Navidad. Se requería toda una semana para armarlo, pues tenía miles de piezas diminutas y muy parecidas la una a la otra. Cada una de esas piececitas encajaba exclusivamente en un solo lugar, de modo que sólo colocándolas correctamente podíamos terminar de armarlo y ver la imagen completa. Cuando el Señor les permita a los científicos descubrir todas las piezas de su obra, y considere oportuno revelar la Suya, el "panorama" de lo que los científicos hayan descubierto y el "panorama" de lo que Dios ha hecho será el mismo.

Es así como he llegado a considerar el plan del Señor. Debemos dejar de preocuparnos de todas esas piezas y tratar de armar todo el panorama concentrándonos en el resultado final. El Señor sabe donde va cada pieza y en que forma encaja en su Plan. Nuestra mayor preocupación debe ser la de colocarnos nosotros mismos, como piezas complejas e importantes del gran rompecabezas, en el lugar apropiado.

Por Don Lind Liahona junio de 1987. Pag. 42